miércoles, 6 de julio de 2011

Vecino a la vista

Ayer estaba saliendo de casa cuando el vecino nuevo entraba. Fue gracioso porque aunque los dos nos miramos al mismo tiempo, no pudimos vernos bien. Sólo escuché una voz… ¡y qué voz! Como esperaba que no hubiese entrado a su casa todavía, cerré la puerta y empecé a caminar, con las caderas en modo “on” y las botas haciendo clop clop en el empedrado, anunciándome. Cuando pasé vi de reojo que seguía tratando de abrir la puerta, y quiero creer que miró. ¡Por fin un vistazo del vecinito nuevo!

Debe hacer como un mes que se mudaron ya, pero nunca los engancho. Lo único que sé es que el pibe es músico, porque lo escucho ensayar. Quiero creer, con todas mis fuerzas, que su habitación comparte pared con la mía. Así podríamos inventar nuestro propio código Morse*, siendo un golpe “¿Estás ahí?, dos “Me estoy sacando la ropa” y tres “Venite para acá en este instante”. Es realmente una lástima que mi ventana tenga rejas. Así no puede divertirse una.

En otras noticias, terminé de leer (ayer, también) Crazy for love, de Victoria Dahl. De ella ya leí Start me up, Talk me down, The wicked west y To tempt a scotsman. Si bien me gusta el estilo de esta autora, esta última novela me resultó un poco densa. Los personajes están muy nerviosos desde el principio, y uno no termina de entender bien por qué. Además son todos bastante detestables, y no hay mucho conflicto. Lo bueno es que como está ambientado en la actualidad, nadie está preocupado por la virginidad de nadie. Me gusta que compare el cuerpo de un hombre con el sol, pero eso sólo funciona una vez. Y casualmente en Start me up le sale mucho mejor la metáfora:

When he followed her down, his weight like the sun against her naked body, hot and soothing and happy. (Cuando se acostó sobre ella, su peso era como el sol sobre su cuerpo desnudo, caliente y relajante y feliz)

La traducción es aproximada, pero ésa es la idea. Me parece tan tierno, y no entiendo bien por qué. En fin, Victoria Dahl, ésa es la única metáfora que te salió bien, así que ya está. Dejá de repetirte y pasá a otra cosa.

Por último, hoy agradecemos por los pasillos estrechos de algunos modelos del 60, que hizo que ayer un chabón me apoyara para dejar pasar a una señora. Gracias, gracias.

*Como hacen los personajes de Déjame entrar, la novela de John Ajvide Lindquivist, que luego tuvo su lugar en cartelera con Criaturas de la noche (la versión europea, mil veces mejor que la truchex que hicieron en Hollywood). Altamente recomendable tanto el libro como la película.

1 comentario:

Paula dijo...

Buenísimo. Vecino nuevo: un mundo de posibilidades. Encima me encanta tu barrio, es el escenario perfecto para esas novelas que tanto disfrutás. XD