lunes, 4 de julio de 2011

Nunca te vas a dormir sin haber aprendido una o dos cosas

 

Tanto me quejaba del libro este, y resulta que aprendí algo. La contratapa del libro ya había establecido que el protagonista masculino era un amante espectacular. Yo, que me leí toda la maldita cosa, les cuento que el chabón había debutado con la madama de un cabarulo a los veinticuatro años, y que al parecer un hobby de ella era acumular conocimientos sexuales, así que tenía muchísimos libros sobre el tema. En uno de esos libros, dicho protagonista aprendió algunas nociones de tantra, y quiso compartirlas con su tan inocente joven esposa:

“Y mientras la poseía, ella suavemente llegó a entender la pauta en que él se movía dentro de ella… ocho embestidas poco profundas, dos profundas… siete poco profundas, tres profundas… progresivamente hasta que finalmente le diera diez fuertes y penetrantes zambullidas.”

A propósito, la palabra “zambullidas” me parece horrorosa. ¿Diría “thrust” el original? En fin. Me causó gracia el método porque es lo que yo hacía cuando corría, para entrenar. Empecé caminando rápido ocho minutos, corriendo dos, y vuelta a caminar. Así durante una hora. A la semana siguiente, caminaba siete minutos y corría tres. Creo que llegué a correr quince minutos seguidos cuando me cansé y mandé todo a la mierda. ¿Vio? No hay libro que no aporte algo interesante.

1 comentario:

Paula dijo...

Y ayer encontramos $7 tirados en la calle. Los números mágicos de Valle Inclán.

¿Me pregunto si ese Cráneo Privilegiado sabía de sexo tántrico?

A mí me pareció interesante, muy interesante, lo de las 'zambullidas'. Me dieron ganas de probar, inclusive. :D