jueves, 21 de julio de 2011

Uno

 
Ayer a la noche terminé de leer Smooth talking stranger, de Lisa Kleypas. Me quejé de esta señora en un post anterior, y con este libro me demostró que no chochea. De casualidad me lo bajé, no sabía de qué se trataba, sólo que estaba en inglés y eso ya era un buen motivo para elegirlo. Cuando lo empecé, le sumé más puntos a favor: está situado en la actualidad y escrito en primera persona (cosa extraña en una novela romántica, pero funciona bastante bien). La protagonista es una boluda que vive con el novio y trata de evitar a su madre y a su hermana tanto como puede, porque las dos están locas. Pero la hermana le enchufa a su bebé recién nacido y la protagonista, Ella (puaj), decide ocuparse del bebé porque su gran nobleza le impide desentenderse. Y ahí conoce a un chabón que es todo lo que los protagonistas de las novelas de este tipo siempre son: adinerado en exceso, de buen linaje, increíblemente atractivo, seductor, bla, bla. La única variable en este tipo de personajes es el color de ojos. A pesar de todo, esta novela resultó una agradable sorpresa. Cuando uno incursiona en este género, espera encontrarse con muchas cursiladas y un gran número de libros mal escritos y mal pensados, y con algunas agradables sorpresas. No quiere decir tampoco que las sorpresas estén mejor escritas que los otros, o que salgan demasiado del molde (porque libro que sale del molde ya no es comercial, por lo tanto no vende), sino que tiene un algo distinto que hace que no sea tan malo y predecible.

La semana pasada leí Lead me on, de Julie Ortolon. Llegué a este libro buscando uno con el mismo título, pero escrito por Victoria Dahl. No estaba, y como me dio bronca me bajé este. No estaba tan mal, incluso pude terminarlo. Después me bajé el primero de esa serie, Falling for you, y leí las primeras doscientas páginas. Me resultó insoportable. Los personajes son retrasados mentales y la autora no se molestó en armar las frases de otra manera cuando describe las mismas cosas. Así que lo dejé por la mitad, como tantos otros libros que empecé. De hecho, me asusta un poco la cantidad de libros que tengo colgados. En la mesita de luz tengo Pájaros en la boca, de Samanta Schweblin (un libro de cuentos que me prestaron), el primer tomo de Los caminos de la libertad, de Jean-Paul Sartre, Cuento de hadas en Nueva York, de JP Donleavy, The handmaid’s tale, de Margaret Atwood y Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías. Además tengo en la computadora algunas novelas que dejé por la mitad.

Conclusión: 1) creo que tengo déficit de atención y 2) es sabido por todos que los protagonistas de las novelas románticas son seres inexistentes y que uno no puede esperar encontrar eso por la calle, pero salir y toparse con un porteño es demasiado. La caída es terriblemente dura.
 

1 comentario:

Sidonie dijo...

PD: mi vecino está ensayando :)