miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cosas que pasan II

Tuve una buena tarde así que venía de buen humor. Empecé a cocinar. Como había sobrado arroz de ayer, hice una tortilla. Traté de darla vuelta y me quemé. Intenté de nuevo, y la quemadura me ardía por estar cerca de la sartén caliente. Entonces se me resbaló el plato se me cayó toda la tortilla sobre la hornalla. Tuve que apagar el fuego y tratar de rescatar lo que se había caído. No quedó mal, el gusto es el mismo, pero se veía tan triste cuando la llevé a la mesa.
Si comía yo sola no importaba, pero estaba cocinando para mi hermano también. No dijo nada, pobre santo, se comió la tortilla desmadejada sin una sola palabra, y encima me preguntó si me había puesto Pancután en la quemadura.

Yo sé, una tortilla caída y triste no es el fin del mundo, pero ya que hago poco en esta vida, me gustaría hacerlo bien.

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