miércoles, 27 de junio de 2012

En la noche

4.16 am: Otra noche de insomnio. Estoy tranquilita en mi cama, terminando un libro, cuando de repente me ataca un antojo tremendo de una hamburguesa triple con papas grandes. No cualquier hamburguesa, no, porque yo, no se por qué, soy fiel a McDonald's. Es así, ¿no? Uno no puede ir a McDonald's Y a Burger King. Así como nadie puede ser de Independiente Y de Racing. Avellaneda tiene un solo dueño, y todos sabemos quién es. Pero cuando hablamos de hamburguesas, no sé por qué mi corazón prefiere al pelirrojo Ronald. Nunca lo pensé. Simplemente es. ¿A dónde me lleva esta cadena de pensamiento? A la cocina, a comer unas tostadas con Casancrem entero. Triste, el destino de los antojos de madrugada.

3 comentarios:

Hugo dijo...

El payaso bufarra ese jamás va a superar a una buena hamburguesa hecha en un carrito, mucho menos si se la ingiere de madrugada y después de haber tomado hasta el agua de los floreros.

Sidonie dijo...

jajaja bueno, reconozco que en esas circunstancias los carritos son lo más. pero no tienen papas. una hamburguesa sin papas es... un poco triste.

Paula dijo...

Yo camiseteé. Era fiel a ultranza del pelirrojo maldito, pero un día le di una chance al rey guasón y, desde entonces, lo prefiero. :)

Acabo de hacerme unas milanesas de soja fritas, por cierto. Todo lo que sea frito es, instantáneamente, insalubre y delicioso.